Genial. Adiós a mi perfecta soledad.
No es que tuviera nada en contra de aquella fierecilla escarlata, simplemente es que no me gustaba que me molestasen mientras dibujaba.
Es más, seguramente de todas las chicas nuevas que había conocido este curso, ella era la menos idiota de todas: las primas de Ravenclaw me ponian nerviosas, una tonta y con prejuicios y la otra sabihonda, aunque ésta última tenía un pase, la chica de Hufflepuff era torpe y tenía ciertos toques de locura bastante inquietantes. Sí, definitivamente, al contrario de lo que pensé al entrar en esta escuela, los de Gryffindor eran los más normales.
Aún así, estaba dibujando y Emma había aparecido de la nada, lo que no me gustó.
-Ey.-dije mirándola por encima de mi hombro.
Me alejé del lienzo para ver como estaba quedando. Estaba bien, un paisaje en sepia, pero había algo que no me convencía, le faltaba algo, y esta sensación me desesperaba.
Pude notar como Emma seguía mirándome.
-¿Puedo ayudarte?.-dije para distraerme un poco del vacío que me causaba el cuadro.